Los siglos XVII y XVIII trajeron consigo enormes riquezas.
La Reforma Protestante emprendida por Lutero desestabilizó el sistema tradicional y la Contrarreforma católica no se hizo esperar. En este contexto, se produce una revolución cultural como respuesta. Llega el arte barroco caracterizado por decorados imposibles, columnas que se tuercen sobre sí mismas y cúpulas que filtran la mayor cantidad de luz. Todo son curvas, colores y figuras que llaman la atención y dan esa sensación de grandeza sobre todas las cosas.
Córdoba guarda con sigilo uno de los mayores tesoros del patrimonio andaluz. Municipios como los de Priego o Cabra tienen en sus monumentos y edificios las huellas de ese pasado ilustre que todavía les acompaña.
Priego es el lugar idóneo dónde arrancar este itinerario. Su casco histórico alberga una serie de iglesias que nos conectan de forma directa con esa bella ciudad cargada de vida que se benefició del auge que vivió la zona.
La parroquia de la Asunción data del siglo XVI, pero ha tenido grandes remodelaciones. En su interior, destaca, en primer lugar, el retablo mayor, que está dedicado a la Virgen de la Asunción y muestra escenas de la Pasión de Cristo, la Anunciación y su nacimiento, y, por supuesto, la capilla del Sagrario. Esta es obra del arquitecto Francisco Javier Pedrajas y está catalogada como una de las piezas más significativas del Barroco español. La luminosidad y el movimiento que se desprenden de la claraboya quedan en la retina del visitante.
Otras de las iglesias que merecen una mención especial son la de San Pedro y San Francisco, así como la de la Aurora. Además, la fuente del Rey, con las esculturas de Neptuno y Anfitrite en el centro, está considerada una de las más hermosas de todo territorio nacional.
El siguiente punto de la ruta es Cabra, donde se descubre desde un mirado en la ermita de la Virgen de la Sierra. Este santuario de enorme devoción posee un interesante camarín con la imagen de la patrona y un retablo construido con mármoles rojos de esta área. Sin embargo, el tempo que merece una visita imprescindible es la parroquia de la Asunción y Ángeles, que se levanta sobre una antigua mezquita con cinco naves estructuradas con arcos de medio punto.
Cabra mantiene una enorme riqueza patrimonial en cuanto al Barroso se refiere. Destacan el edificio civil de Instituto de Bachillerato Aguilar y Eslava, el convento de Santo Domingo, la iglesia de las Angustias y la de San Juan Bautista.
Lucena, junto a Priego y Cabra es otro de los municipios donde existen múltiples puertas para trasladarnos a ese pasado. La fachada y los patios interiores del palacio de los Condes de Santa Ana; la capilla del Sagrario de la iglesia de San Mateo, ideada por Antonio Leonardo de Castro; la iglesia y hospital de San Juan de Dios y sus retablos; la iglesia de San Martín y el palacio de los Condes Hust son algunas de sus señas de identidad, así como el santuario de su patrona, la Virgen de Araceli. Todo un revulsivo de arte y campo que hacen de su oferta turística algo único.
Palenciana, es el lugar donde las calles se vuelven estrechas y las plazas anchas. Destaca la iglesia de San Miguel Arcángel, que corona la cima del entramado urbano, guarda un retablo del siglo XVIII.
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